Texto de la conferencia dicha en la Feria del Libro de San José el 23/10/2013, en representación de la Academia Nacional de Letras

Ganar el pan de las lenguas

Tatiana Oroño
                                       
Soy de la tribu del libro, leer es mi manera de pensar
(“La paradoja de mi tribu”, Juan Forn,
Página 12, 20.10.13)

         

Yo traigo aquí una historia, la historia de cómo fueron reescritos dos libros míos en otra lengua. Pero también vendrán a la historia intervenciones de personas que participaron entonces y antes. Porque las personas hacen la lengua. Son capaces de darle nacimiento, de enriquecerla. En esa relación también la lengua es capaz de enriquecer la vida humana. En ese sentido, el pan mentado en el título: el alimento fuente: lo hacemos y nos hace. Elegí para mi título la glosa de un texto literario que leeré. Me referiré hoy aquí también indirectamente a cómo me he ganado el pan (en la mesa de la literatura). Cómo he trabajado. Qué voces me alimentaron.  El pan de las literaturas/el pan de las lenguas es un pan eucarístico: es amasado, recibido, vuelto a amasar, compartido.
            El título de esta conferencia parte de un texto poético que me trajo buena suerte y me llevó lejos: de mi mesa viajó a la acogedora ciudad de Trois-Rivières a orillas del río San Lorenzo, en Quebec (Canadá); y del resto-bar quebequense donde lo leí -una de las muchas sedes del Festival Internacional de Poesía que allí se celebra- viajó a mi primer libro bilingüe nacido en Francia, en la ciudad mediterránea de Marsella. Ese texto es “Ganar el pan”[1] -“Gagner le pain”- y así, en su español original y en su versión al francés, lo leí una noche de octubre de 2001 en Trois-Rivières. Una noche mágica.  “Gagner le pain” despertó una ovación, me abrió el corazón de los presentes. Entre ellos se encontraba Gérard Blua, poeta francés y editor de poesía que decidió publicarme en Autres Temps, su editorial. Al otro día, para mi incredulidad uruguaya, manifestó su propósito en voz alta ante Gaston Bellemare, presidente del festival que se celebraba y director de la más importante editorial de poesía de la francofonía canadiense -Les Écrits des Forges-, quien aceptó sumarse a la empresa. Y así había de empezar el viaje al libro titulado: Todo tuvo la forma que no tuvo // Tout fut ce qui ne fut pas.
            Ese texto resulta doblemente inaugural porque no solo inició mi viaje a la francofonía[2] sino porque también acompaña este otro viaje, a mi origen, que esta presentación en San José (convocada por la 8ª edición de la Feria de Promoción de la Lectura y el Libro), representa.  Por esto es que, tras leer “Ganar el pan”, comentaré algunas cosas.



            Ganar el pan

            Ganar el pan de la poesía significa primero entender lenguas. Segundo, hablar alguna o varias. Chapucearlas al menos. Cómo se dice esto en esta. Así. Y esto en aquella: ¿así o así? A ver, fijate cómo dice la gente, qué no dice, cómo se calla. Por qué no dice. Porque hay cosas que no se dicen. ¿Por qué?
            Ganar el pan con la poesía significa otra cosa. Quiere decir que la poesía se vendió. Con aquellos denarios o dineros se come sin necesidad de otras industrias. Hubo mercaderes que la compraron, ¿para ellos o para su señor? Quién lo sabe. Quizá esos mercaderes entiendan lenguas y busquen el pan de la poesía. Allá ellos, vos vas a    comer. Pero seguirás viviendo en la plaza.
            Ganar el pan de la poesía significa en segundo lugar vivir con el hatillo al   hombro. No se conoce lenguas por pararse en la misma esquina o sentarse en el cordón de la vereda. Aunque se esté al desnudo. Hay que conocer los sinsabores del vagabundeo para gustar el sabor del pan de las lenguas.
            Ganar el pan con la poesía también quiere decir que tu vida por un lado se complicó. Tendrás que decidir si, con vivir en la plaza entre las voces del ir y venir del mercado, es suficiente. O habrás de echarte otra vez a los caminos aunque se haga el silencio completo. Hasta el tintineo del bolsillo enmudecerá.
            El pan el pan. Nadie hace pan para comérselo solo. No es lo mismo que hacer un churrasco. La poesía. Eres tú. La lengua que te ve. El ojo que te dirige la palabra.
            


[1]              ¿De dónde viene acuñada, para nosotros hoy, la expresión “ganar el pan”?
[2]              Que comenzó en 2001.

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